Estamos en medio de una crisis de salud y de una crisis financiera. Cada vez más tenemos que buscar soluciones y alternativas para poder transitar ambas. No basta aplicar todas las medidas que estén en nuestras manos para reducir la velocidad del contagio de coronavirus. Es importante conocer y encontrar alternativas para reducir el costo económico de combatir el coronavirus.
La mayoría de nosotros en el primer momento nos preocupamos sobre la salud y la vida de las personas. Sobre todo las más cercanas a nosotros. Por suerte, a pesar de estar aún aprendiendo, la comunidad científica y la OMS están enfocados en esto y nos indican cuál es el curso de acción en estos momentos. Eso hace que otros sectores deban tomar la responsabilidad de buscar alternativas para la crisis financiera.
Crisis de la economía global
Sin quitar el foco sobre la crisis de salud y de forma paralela,la discusión de la crisis financiera es necesaria y urgente.
La economía global se ha hundido en una caída libre que nadie sabe dónde o cuándo termina. Las principales víctimas serán las pequeñas empresas familiares, que tienen poco acceso al crédito y al capital de trabajo. Es posible que el restaurante del vecindario y la panadería de la esquina nunca vuelvan a abrir. Pero las grandes empresas, cuando pase la tormenta, volverán aún más ricas y dominantes.
Hace dos semanas 2.25 millones de estadounidenses habían perdido sus empleos en los Estados Unidos, el número más alto desde que comenzaron a recopilar datos. La semana pasada este número se duplicó.
Desafortunadamente, el costo de este cierre global se medirá no sólo en efectivo. También trae efectos secundarios como la desorganización económica, la desesperación y la violencia urbana. Millones de trabajadores independientes, el pastelero, el chico que vende hot dogs, el conductor de Uber y el limpiador diario, dependen de la circulación de personas y la existencia de un mercado, es decir, la oferta y la demanda.
Está claro que las autoridades en todo el mundo han entregado el proceso de toma de decisiones a la comunidad médica. Los médicos han dado al asunto la dirección que conocen.
Explicaron que si no frenamos el contagio, los sistemas de salud se sobrecargan y las personas morirán, como está sucediendo en Italia, debido a la falta de camas, respiradores y médicos.
Todo esto es cierto.
Alternativas para la economía
El esfuerzo necesario para sacar a la economía global del agujero en que se encuentra será incalculable. Dado que los médicos están capacitados para salvar vidas, no tienen la obligación de considerar el daño económico como una variable importante en la toma de decisiones. Pero los gobernantes sí que deben hacerlo..
Nadie ha intentado, voluntariamente y de la noche a la mañana, paralizar el 80% de la economía global, y nadie ha intentado volver a cablear el sistema después de paralizarlo.
Es urgente que los gobiernos de todos los países presenten un paquete de estímulo económico usando como base el PIB de cada economía. Aun así dependiendo de la duración del paro, este paquete de ayuda puede terminar siendo insuficiente.
Como primera acción un “bloqueo global” es aceptable, sin embargo ya que se estima que entre el 60% y el 70% de la población global se afectará en algún momento. Está claro que es necesario crear nuevas formas de convivir con el virus y mantener la economía global activa. Para esto requerimos que los ministerios de finanzas y grupos de empresarios de los países coloquen en práctica su liderazgo. Y sin perjudicar la salud de la población hagan propuestas de alternativas.
En los países latinoamericanos está claro que el ‘bloqueo’ (lo más estricto posible) es necesario en este momento, pero no puede durar meses. La pregunta es cómo encontrar una alternativa. ¿Por qué no movilizar al sector privado para encontrar soluciones a nivel local? ¿Proteger a los grupos críticos, aumentar el número de camas y construir hospitales de campaña?
El debate sobre una alternativa no pretende negar la ciencia, como hacen algunos funcionarios gubernamentales irresponsables. Más bien complementar el objetivo médico de salvar vidas con la obligación de los líderes políticos de salvar, también, la vida económica del país.
El desempleo mata con hambre o tristeza, y la violencia urbana causada por la desesperación también puede matar.